Hace unos días me preguntaba ¿cuántos son los gases de efecto invernadero?
Se suele hablar del dióxido de carbono (CO2) cuando se discute de gases de efecto invernadero por lo que yo había llegado a pensar que era el único pero hay muchos más. Y algunos de ellos son mucho más potentes en sus efectos en el calentamiento de la atmósfera. Recogí información y estos son los datos que tengo, ordenados de mayor a menor impacto:
Vapor de agua (H2O)
Según el Grupo de Expertos sobre el cambio climático, supone entre el 36 al 70 del efecto invernadero. Es decir, la niebla, la bruma y las nubes son vapor de agua. Y por si fuera poco, el calentamiento global provoca un bucle que se retroalimenta: con unas temperaturas más altas se produce más vapor de agua lo que genera, a su vez, temperaturas aún más altas, y, a su vez, más vapor de agua, etc.
- Dióxido de carbono(CO2)
Es un subproducto de la utilización de combustibles fósiles: petróleo, carbón y gas natural.
- Metano(CH4)
Es el componente más importante del gas natural y de las flatulencias de las vacas, así como de otras fuentes naturales (pantanos o termitas) y artificiales como los vertederos. Los científicos reconocen que aún no entienden muy bien el ciclo del metano por lo que consideran que su repercusión podría ser aún mucho mayor.
· Óxidos de nitrógeno(NOx)
Estos gases se crean de forma natural a partir de la descomposición bacteriana de nitratos orgánicos, por la combustión vegetal o por la actividad de los volcanes. Nuestra especie ha provocado un aumento de estos gases pues los producimos para diversos productos industriales y como subproducto de los vehículos motorizados.
· Ozono(O3)
Este gas se hizo famoso ha causa del debilitamiento de su capa. El ozono no está distribuido de forma equitativa en nuestro planeta. Con nuestras acciones hemos acentuado las diferencias. Así, en la zona inferior de la atmósfera hay demasiado ozono que actúa como un potente gas de efecto invernadero; sin embargo, en la parte superior escasea y esto se traduce en una menor capacidad para impedir la radiación solar adversa.
· Trifluorometano (CHF3)
Se le conoce asimismo con el nombre de fluoroformo y se utiliza en la fabricación de chips de silicio y como un supresor de fuego. Permanece en la atmósfera durante 260 años y atrapa el calor 11.700 veces más que el CO2. Los chips se utilizan en todos los aparatos electrónicos modernos como los automóviles, televisores, reproductores de CD y MP3, teléfonos móviles, etc.
· Hexafluoretano (C2f6)
Se usa en la creación de semiconductores y permanece en la atmósfera hasta 10.000 años. Esta longevidad, junto con su capacidad de retener el calor 9.200 veces más que el CO2, ha provocado el interés del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático que están siguiendo muy cerca sus efectos.
· Hexafluoruro de azufre (SF6)
Muy empleado en la industria de la electrónica como aislante, es un gas inerte. Se le considera el gas de efecto invernadero más poderoso del mundo, con una capacidad de atrapar el calor 22.200 veces más que el CO2.
· Triclorofluorometano (CFG-11)
Este refrigerante provoca varios efectos negativos en el medio ambiente. Además de que retiene el calor 4.600 veces más que el CO2, reduce la capa de ozono de forma más rápida que cualquier otro refrigerante y además tampoco hay que olvidar el impacto ambiental del cloro.
La lista se ampliará a medida que los científicos estudien más el fenómeno. Por ejemplo, el caso del fluoruro de sulfurilo (SO2F2) que se utiliza como fumigante contra termitas, tiene una vida útil de 40 años y es capaz de atrapar el calor 4.800 veces más que el CO2, según han dado a conocer, en el pasado mes de marzo, un grupo de científicos del Instituto Tecnológico de Massachussets.
A partir de estas informaciones ha empezado a adueñarse de mi el desaliento. Es decir, que todo el entramado en el que hemos basado nuestra riqueza, es un desastre para el sostenimiento de la vida del hombre, de las plantas y de los animales. ¿Estaremos dispuestos a dar marcha atrás? Se nos acumulan los problemas medio ambientales. Pues a todo lo anterior hay que añadir que el mar se ha convertido en un gigantesco vertedero. Los océanos de todo el mundo acumulan millones de toneladas de residuos, desde bolsas y botellas de plástico, hasta restos de cigarrillos, televisores, frigoríficos o incluso camas. Los daños a la biodiversidad marina y a la economía son cada vez mayores. Se estima que los plásticos tardan cientos de años en degradarse.
La cantidad total de basura oceánica es desconocida, debido a la falta de estudios y a que buena parte de los residuos no se ven. Acaban en el fondo o ingeridos por los seres vivos marinos. Greenpeace estima que el 10% de la producción mundial de plástico se deposita en los océanos. La fabricación global de plástico es de unos 225 millones de toneladas al año.
Un estudio de 1994 sobre la costa española, francesa e italiana localizaba, en el fondo marino, 1935 unidades por kilómetro cuadrado, la mayor parte bolsas de plástico. Los expertos recuerdan que la bioacumulación de estas sustancias en el organismo de seres vivos, a lo largo de la cadena alimenticia, podría tener consecuencias muy graves: la contaminación será cada vez mayor en los alimentos procedentes del mar.
El vertido de desechos industriales o agrícolas, como son los fertilizantes nitrogenados, provoca una acidificación de los océanos y conlleva el aumento de zonas muertas. En ellas, la ausencia de oxígeno supone la desaparición de los seres vivos. Diversos estudios, entre ellos de Naciones Unidas, han puesto de manifiesto el rápido aumento de estos puntos sin vida en todo el mundo.
MEDIDAS PARA COMBATIR LA BASURA MARINA
Los expertos aseguran que todavía se puede luchar contra este problema si se toman las medidas adecuadas. Los ecologistas aseguran que el mar es el gran olvidado de los responsables institucionales. Por ello reclaman la aprobación de normas que impulsen la reducción de los residuos y su correcto tratamiento.
Los consumidores somos esenciales ya que podemos reducir el uso de este tipo de productos y envases, reutilizarlos y reciclarlos. La conciencia ecológica sirve lo mismo en tierra firme que en el mar: no arrojar nada al agua y depositar los residuos en contenedores apropiados, son gestos vitales para la vida oceánica.