Ayer, 22 de abril de 2011, cumplió 102 años. Hemos rescatado algunos datos de su biografía y algunas respuestas de una entrevista que le hicieron cuando cumplió cien años.
Nació en Turín en 1909 en el seno de una familia de origen sefardí. En 1930 inició sus estudios de Medicina en la Universidad de Turín y, en 1936 consiguió un puesto de ayudante de su maestro, Giuseppe Levi. Sin embargo, su brillante carrera se vio interrumpida en 1938 por las leyes racistas contra los judíos que acababa de promulgar Mussolini.
En medio de las condiciones más adversas –durante la segunda guerra mundial- montó, en su propia casa, un laboratorio en el que comenzó a estudiar el crecimiento de las fibras nerviosas de embriones de pollo.
Al acabar la guerra en 1946, Rita fue invitada a pasar seis meses en la Universidad Washington, de Saint Louis y allí permaneció treinta años, desarrollando la parte central de su trabajo, aislando por primera vez el Factor de Crecimiento Nervioso y abriendo así un nuevo campo en la investigación biológica, que le valió el Premio Nobel de Medicina en 1986.
A partir de 1962 comenzó a distribuir su tiempo entre Saint Louis y Roma donde montó un equipo de investigación. Finalmente, se estableció en Italia e impulsó, con todas sus fuerzas, la ciencia en su país.
Por las mañanas visita el European Brain Research Institute –que ella creó en Roma- y supervisa los experimentos de un grupo de científicas jóvenes, todas mujeres, que siguen aprendiendo cosas sobre la molécula proteica que ella descubrió en 1951 y que juega un papel esencial en la multiplicación de las células del cerebro, su gran especialidad. Refiriéndose a este aspecto, Rita dijo: “eso demuestra que el talento no tiene sexo. Mujeres y hombres tenemos idéntica capacidad mental”.
Sigue teniendo una vida plena, come una sola vez al día y duerme tres horas. Su actitud científica y vital sigue siendo de izquierdas. Pura cuestión de raciocinio, explicó durante una entrevista, “porque la culpa de las grandes desdichas de la humanidad la tiene el hemisferio derecho del cerebro. Es la parte instintiva, la que sirvió para hacer bajar al australopithecus del árbol y salvarle la vida. Lo tenemos poco desarrollado y es la zona a la que apelan los dictadores para que las masas les sigan. Todas las tragedias se apoyan siempre en ese hemisferio que desconfía del diferente”.
Hace dos años, un periodista le preguntó:
-¿Cómo es la vida a los cien años?
-Estupenda. Sólo oigo con audífono y veo poco, pero el cerebro sigue funcionando mejor que nunca. Acumulas experiencias y aprendes a descartar lo que no sirve”.
-¿Se arrepiente de no haber tenido hijos?
-No. Era adolescente cuando decidí que nunca me casaría.
-Su tesis demostró –dijo el periodista- que, de los dos hemisferios del cerebro, uno está menos desarrollado que el otro.
-Sí, el cerebro límbico, el hemisferio derecho, no ha tenido un desarrollo somático ni funcional y, desgraciadamente, todavía hoy predomina sobre el otro. Todo lo que pasa en las grandes tragedias se debe al hecho de que ese cerebro arcaico domina al de la verdadera razón. En todas las grandes tragedias se camufla la inteligencia y el razonamiento con ese instinto de bajo nivel. Los regímenes totalitarios de Mussolini, Hitler y Stalin convencieron a las poblaciones con ese raciocinio, que es puro instinto y surge de la vida de los vertebrados pero que no tiene que ver con el razonamiento.
¿Hará fiesta de cumpleaños?
-No hay culpa ni mérito en cumplir 100 años. Puedo decir que la vista y el oído han caído, pero el cerebro, no. Tengo una capacidad mental quizá superior a la de los 20 años. No ha decaído la capacidad de pensar ni de vivir…”
No ha sido posible relatar todas las cuestiones importantes de una vida tan larga e intensa como la suya pero, si alguien tiene interés, hace dos años escribió un libro de memorias bajo el título “La clepsidra de una vida” y por supuesto está su fundación romana desde donde impulsa programas de educación para las mujeres africanas y que ha posibilitado el acceso a la cultura a miles de personas. Fue la primera mujer admitida en la Academia Pontificia y tuvo una buena relación con Pablo VI y con Wojtyla y también con Ratzinger.
Alcalá de Henares, 23 de abril de 2011
Recogida de datos e información realizada por Franziska