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martes, 27 de julio de 2021

EL GRITO (Microrrelato)

 



Un solo grito pero tan prolongado como un aullido. Tan terrible y doloroso que erizó mi piel al tiempo que un escalofrío sacudió mi espalda. Una ventana con los cristales rotos mostraba una habitación en la que no había nadie. Por la calle, un hombre paseaba tranquilamente bajo la lluvia. No llevaba paraguas. Tampoco pareció alarmarse por el grito. Estará muy sordo pensé. Cerré tranquilamente mi ventana y me sumergí en la música, a todo volumen, que  utilizaba para huir de mi soledad.

 

A la hora de la cena, descubrí la verdad. Se había producido un asesinato en la casa de enfrente, precisamente en el piso de los cristales rotos.  Un vecino había visto como el hombre tranquilo había disparado sobre una mujer, guardado luego su arma, con la mayor parsimonia, y después continuó su camino como si nada de lo que acababa de suceder guardara relación con él.

 


Escrito en Alcalá de Henares, 27 de octubre de 2013

Publicado  por Franziska con fecha 27/07/2021, también en esta ciudad Patrimonio de la Humanidad.

 

Franziska

martes, 13 de julio de 2021

Marianela y la pierna ortopédica


El tercer aviso

 


Marianela se había levantado aquella mañana mucho más temprano que de costumbre.  Quería llegar pronto al centro de la ciudad para realizar algunas compras.  Iba a casarse dentro de pocos días y estaba muy agitada por las responsabilidades a las que, en breve, tendría que enfrentarse.

 

Se apeó del autobús en la Plaza de Jacinto Benavente y enfiló calle abajo por la de Carretas.  Una característica de esta calle es la de las numerosas tiendas dedicadas a la venta de ortopedia.  Mirando de soslayo, podía ver las fajas para hernias,  bragueros, suspensorios, cuñas, piernas, brazos y manos, ortopédicos. 

 


Se sentía horrorizada ante estas imágenes que eran como una llamada de atención a que, en cualquier momento, podría producirse una mutilación de cualquier parte del cuerpo.  Vinieron a su mente las pelucas y los ojos de cristal y cada vez avanzaba con mayor aturdimiento hacia un gran almacén próximo a la Puerta del Sol.  Abstraída como iba, tropezó al subir el bordillo de una acera y se hizo daño en el pie derecho.  Aguantó como pudo y trató de continuar su camino pensando en el bonito traje que quería adquirir para su viaje de novios.

 


Las sensaciones negativas se fueron desvaneciendo y empezó a fijar su atención en los escaparates de moda femenina que ahora le salían al paso con  profusión de imágenes,  diseños y colores.  Por fin llegó a la planta cuarta.  Estuvo casi cuarenta y cinco minutos mirando en todos los colgadores y consiguió seleccionar un par de trajes que le gustaron.

 Buscó los probadores, allí, una empleada dedicada al control,  le asignó el número 13.   Marianela, sintió que aquella compra tenía ya, de entrada, un mal agüero, no obstante, se dirigió al lugar indicado.

 


Abrió la puerta, soltó su bolso y colgó los trajes y empezó a desnudarse.  De pronto, como una pesadilla, sus ojos contemplaron con asombro, que en el espejo se reflejaba una pierna ortopédica. Giró la cabeza, allí estaba a su izquierda: erecta, apoyada sobre la pared, con sus correas y su oquedad escalofriante.

  Durante unos instantes, se sintió muy asustada.  ¡Santo Dios!  ¿Qué significaba aquello?  ¿Quién puede abandonar su pierna, por olvido, en  un probador?  Aquella situación no encajaba.  Todo parecía tan absurdo…

 


Por alguna causa que no comprendía, pensó que la pierna, de  manera extraña, parecía mirarla, amenazarla y querer advertirla de un serio peligro.  Aquel artilugio estaba allí por algún motivo y éste no podía ser otro que un vaticinio: si se casaba perdería su pierna derecha: eran ya dos avisos; primero, el tropezón y, por último este encuentro… Desechó con energía estas ideas, no obstante,   se vistió atropelladamente y devolvió las prendas que pretendía comprar sin haberlas probado. 

Salió apresuradamente en busca de las escaleras mecánicas.  Se sentía angustiada y confundida.  La bufanda, desnivelada sobre sus hombros,  se escurría peligrosamente hasta que, cuando estaba llegando al final del tramo, se deslizó sobre aquéllas y se enganchó con sus tacones, con tal mala suerte que Marianela, se dio de bruces contra el pavimento.  Cuando la ayudaron a levantarse del suelo, tenía la rodilla de la pierna derecha muy hinchada y sentía un fortísimo dolor.  Era el tercer aviso.

 

 


Alcalá de Henares, 13 de julio de 2021

Texto e imágenes realizados por Franziska 

 

 

sábado, 3 de julio de 2021

UN DIA EN EL RASTRO DE MADRID

 



Las vio aproximarse. Una de ellas muy llamativa. Guapa. Con el rostro muy pintado. Vestía y caminaba de un modo provocativo. La segunda era todo lo contrario: muy flaca y con amplias espaldas. No prestándole atención, podías confundirla con un hombre. 

Se acercaban al puesto muy despacio. El vendedor halagado porque se sentía mirado, avanzó todo su cuerpo hacia ella y le dirigió una sonrisa. Ella dejó oír su tono más mimoso: 

-Estoy buscando algo bonito para un regalo ¿podría ayudarme? 

-Claro, tengo muchas cosas.  Mira ese reloj ¿te gusta? 

-Sí, a mí sí pero…no sé…tendrás alguna otra cosa…porque relojes ya tiene. Seguía mirándole a los ojos, y al agacharse para tocar los objetos, dejaba al descubierto una buena parte de su atrayente escote.  El vendedor empezó a sentirse atrapado: quería complacerla pero no podía dejar de mirarla.  Entretanto, la flaca ya se había guardado algunos de los objetos que estaban más a mano. El vendedor dijo: voy a ver si te gusta esto que tengo aquí y volvió la espalda para coger una caja. En un abrir y cerrar de ojos, la compinche, había llenado un bolso y abandonó el puesto a toda prisa.  El vendedor mostró un hermoso abanico de nácar con incrustaciones de oro.  ¿Qué te parece? 

-¡Oh, es precioso!  ¿Qué vale? No sé si tendré suficiente…Paga lo que tú quieras, guapa. Del precio hablamos luego…Te espero a las tres. No me faltes, preciosa.

 Él la siguió con la vista hasta que la vio desaparecer entre la marea de gente que bajaba. El vendedor, todavía en estado de obnubilación, pues era un hombre ya mayor y poco atractivo, reparó en que le habían desparecido cinco objetos. Cuando pudo entenderlo se puso rojo de rabia. Agarró un gancho de hierro y salió en busca de las ladronas.  Pero ya era demasiado tarde.

Alcalá de Henares, 3 de julio de 2021

Escrito por Franziska como un ejercicio de taller literario, en el mes de enero del año 2013.  La fotografía, también realizada por Franziska,  es una muy reciente superposición de imagen.