Algo que no me gusta es ser vieja. Porque la vejez es una traición y lo malo es que te coge mayor
cuando ya no estás para nada… y tiene
sus complicaciones. No es suficiente con estar arrugada, además te conviertes en suegra. Recuerdo que
antes de ser suegra, yo mostraba un rostro sonriente y parecía un poco
inocentona aunque buena persona pero
desde que, además de vieja soy suegra, he sufrido una metamorfosis. Puedo enseñar dos fotografías: una de antes; y otra posterior y veréis como es
verdad. Ser suegra imprime carácter. Cuando
llega tu hija con su novio a casa, por primera vez, te esmeras en mostrarte como un ángel y hasta le preparas el mejor entrecot y ves que lo engulle mientras los
demás (que comen un filetito tan fino que casi queda carbonizado al freírlo), ven cómo chorrea, por la comisura de sus
labios, la sangre que aún fluye de la ternera. Después piensas: ¡qué que mal gusto ha tenido tu hija!
pero bueno, pelillos a la mar... Mientras
no se casen, siempre hay esperanza.
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Así
es que, mujer muy práctica, al fin y al cabo, he decidido impulsar una ONG para
la recogida de abuelitas bajo el lema de:
“ponga
una abuela en su vida”
Verá como, casi por encanto, usted se sentirá
más joven, le brillarán más los ojos, su cutis será más terso, su cuerpo más
ágil, su mente más despierta.
Instrucciones de uso de las abuelas:
Es
necesario tener en cuenta que no hay que esconder a las abuelas en la cocina y ni
siquiera en el trastero, por grande que sea, cuando lleguen las visitas sino mandarlas a hacer algún crucero por el
Mediterráneo, algún viajecito a las Azores, etc.
Tener
una abuela en casa mejorará la alimentación de la familia y se dejará de comer,
a toda hora, esa bazofia creativa
que últimamente pulula por las cocinas.
De verdad, háganme caso: “pongan
una abuela en su vida”. Si está
despendola y es algo divertida y se va a la calle disfrazada de quinceañera,
aún será más terapéutica.
Ya
veis yo nací en 1934 y, a pesar de todo, estoy como una rosa. Es cierto que, algunas malas lenguas, aseguran que estoy
en la edad de la mala memoria, la mala vista y el mal oído;
pero yo no hago caso de patrañas… calculo que, a poco que las cosas esas
del colesterol, la artritis reumatoide,
la bilirrubina, la tensión, la caída del pelo, no me incordien demasiado, podré llegar a
vivir, por lo menos, otros veinticinco
años y voy a necesitar una ayuda así es que, a ver que les parece, voy a poner
este anuncio:
Mujer de 83 años, reumática, con
juanetes, discreto mostacho prusiano, poco pelo y mal humor, busca hombre
joven, fuerte, con buena musculatura para que le suba la compra hasta un ático
sin ascensor. Se valoraría muy
positivamente, dispusiera de coche y es indispensable que aporte a la sociedad
una renta de 72.000 euros anuales pues con menos no se puede vivir.
El anuncio resulta un poco largo, tendré
que pagarlo a plazos. Es que no me llega la pensión a pesar de lo que dice el
gobierno.
Texto escrito, el 7 de febrero de 2007
Alcalá de Henares, 15 de mayo de 2017
Publicado por Franziska en "La tortuga de dos cabezas"