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jueves, 21 de octubre de 2021

UN VIENTO HURACANADO

 

 

 

 

I

 

El ático de la planta 30 del edificio tenía una terraza de pequeño tamaño en la que siempre parecía que el viento estaba transformándose en huracán.

II

A Candela ya no le preocupaba haber agotados sus recursos porque quedarse sin dinero formaba parte de su plan: nadie iba a heredarla. Estuvo atrapada algún tiempo en un amor que solo vivía en su imaginación, era evidente; él optó por aquella jovencita de cara inexpresiva y poco agraciada. No podía comprender por qué lo había hecho pero fue así. Ahora nada importaba. Seguir viva carecía de sentido.

III



Aquella mañana el cielo estaba muy cubierto. Se encontró en el espejo un rostro tan demacrado que le costó trabajo reconocerse. Decidió que había llegado el momento. Tambaleándose, arrastró la escalera hasta la terraza, sin fuerzas para sostenerla, estaba muy débil, tan flaca que era casi un esqueleto dentro de un pijama demasiado grande.

IV



Se precipitó al vacío porque resbaló. No fue un acto consciente sino un accidente. El viento del norte ululaba siempre en aquella dirección y en ese momento se adueño de ella,  la dirigió contra el primer edificio que encontró en su camino, se estrelló contra una ventana mal encajada, rompió los cristales y la metió dentro de una habitación que todavía mostraba una cama deshecha.

V

Quedó tendida sobre aquella cama y sangrando en tal cantidad que tardó pocos segundos en desfallecer. Cuando volvió a recuperar la consciencia estaba en un  hospital.

VI



Sentía tal confusión que a su cerebro no llegaban los recuerdos, no comprendía nada. Caer desde la planta 30 de un rascacielos tendría que haber acabado con su vida y los olores que percibía eran los propios de un lugar que había conocido durante tanto tiempo como su lugar de trabajo.

VII

 

El desaliento y la tristeza volvieron a ocupar su mente. Había fracasado otra vez. Sentía una mano sobre la suya y la respiración acompasada de un ser humano. Abrió los ojos y se encontró con los de un hombre mayor que la miraba con interés y casi sonreía cuando le dijo:

 -¿Cómo estás?

-Estoy aún viva por lo que entiendo…respondió sin ningún entusiasmo.

-¡Bendito sea Dios! Necesito que sigas viviendo.

 Estas palabras aumentaron su confusión.

- ¿Por qué? No sé quién es usted y ni siquiera sé cómo se llama.

-No quiero asustarte pero debes saberlo cuanto antes. Ni la policía ni el juez creen que entraste en mi casa por la ventana sino que consideran que es un intento de asesinato. Mi libertad y mi vida dependen de ti.




Vuelto a publicar hoy día 21 de octubre de 2021 en Alcalá de Henares, texto y fotografías realizadas por Franziska

 

 28 de diciembre de 2016. Microrrelato.


 

 

viernes, 1 de octubre de 2021

LAS ESTRATEGIAS DE SARITA II PARTE

 





La verdad es que el recorrido hasta mi casa era una carrera de obstáculos pues tenía que cambiarme de acera veinticinco veces y dar mil vueltas caminando por calles que antes jamás había pisado pero cuando llegué al portal me sentí  a salvo. Por fin, había pasado mi primer día sin comprar comida. Mis compañeros empezaron a extrañarse de no verme con paquetes y yo tuve que decirles que, al fin, había puesto en práctica una terapia que iba a ser eficaz. 



Un día, con el rostro desencajado, caminaba contando mis pasos pero no sé cómo fue, debí equivocarme y me encontré de pronto en la tienda de Antonio, el salchichero.  Se sorprendió al verme pero se puso muy contento: -¡Caramba, señorita!… ¿Le ha pasado algo? Llevo unos días sin verla. Dando un alarido dije: ¡No me ha pasado nada es que no quiero comer más salchichón, ni salchichas, ni jamón, ni queso, ni pepinillos en vinagre! ¿Te has enterado?  Cuando me veas, ni me saludes y si vuelvo a pisar tu tienda, te agradeceré que me eches a la calle y si no lo hago y quiero comprar, llamas a la policía y dices que tienes aquí a una loca de atar.  Y dicho esto y sin esperar respuesta salí dando un sonoro portazo y dejando al pobre salchichero confuso y llevándose las manos a la cabeza.

Cuando puse mis pies nuevamente en la calle, empecé a llorar desconsoladamente.  Estaba loca.  No tenía la menor duda.  Ante mis sollozos, los viandantes se alejaron de mí todo lo que pudieron y yo lo prefería porque no quería que nadie me preguntara qué me pasaba. Se me acercó un  agente de la policía municipal muy amable que me escuchó con atención y aunque de mis explicaciones en las que se mezclaban con mis sollozos, las galletas, los quesos caducados, con mis zancadas,   el croquis, la sicóloga, mis libros y  zapatos, mi jefe y compañeros y ¡hasta el gato de mi vecina!, no había manera de entender nada, me manifestó que se hacía cargo de todo, me rogó que me tranquilizara e incluso me dijo que, si yo quería, me podía acompañar a urgencias para que me viera algún médico a ver si me podía ayudar.

El policía era un muchacho atractivo y muy persuasivo y casi estaba a punto de decirle que sí y a darle las gracias por su sugerencia cuando sentí dentro de mí como una pantera rugiente y me abalancé sobre el primer mozalbete que pasó por nuestro lado comiéndose una rosca rellena  de crema y se la arrebaté diciendo:

¡¡¡¡-Trae acá, no tienes derecho a comer de ese modo mientras yo me muero de hambre!!!!

Excuso decir la que allí se armó.  Acabé  en el psiquiátrico, atada con una camisa de fuerza, y de este modo –a pesar de mi lucha por evitarlo- caí  en manos de un siquiatra al que no parecía afectarle que si no acudía a mi trabajo al día siguiente, me quedaría en el paro. 

Allí me tuvieron quince días y al despedirme me sorprendí a mi misma dándole las gracias al doctor Lendreras del Rosal.  ¡Llevaba todo ese tiempo sin comprar!  Al fin, lo comprendí: mi solución estaba allí y en aquel lugar debía permanecer hasta que me olvidara que existen sitios donde se vende comida.

Salí por la puerta sonriendo y feliz.  Ahora sólo me restaba idear un plan para que me volvieran a ingresar.  Está visto que hasta las cosas más difíciles se pueden arreglar.


 


Alcalá de Henares, 1 de octubre de 2021

Juego de la palabra dada

Palabra: “pulsión”  Dadora: Sonia

Cuento realizado por franziska en el año 2002 y publicado en el Juego de la palabra dada-segundo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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