Urbes como Londres, -que quiere dar ejemplo como país pionero en la lucha contra el cambio climático-, Copenhague, Adelaida, Phoenix o Vancouver han tomado ya la iniciativa de disminuir sus emisiones de dióxido de carbono (CO2). Cada vez es mayor el número de ciudades que están tomando medidas de apoyo al desarrollo de energías renovables.
Las medidas son, en algunos casos, pioneras y pueden desarrollarse con el aumento de los coches eléctricos y de la instalación, en los vehículos de combustible, de contadores inteligentes. En los hogares: el aislamiento térmico de las viviendas, construcción de edificios de energía cero, etc.
Londres encabeza ya este reto y su objetivo es transformarse en una ciudad de bajo carbono. Una de las iniciativas municipales fue la instauración de una Zona de Bajas Emisiones que dejaba fuera del casco urbano a los vehículos más contaminantes.
Otra medida reciente incorpora a diez distritos en “zonas de bajo carbono”. El ayuntamiento londinense invertirá, aproximadamente, 220.000 euros en cada una para que se realicen medidas de eficiencia energética y de reducción de las emisiones de CO2. Se calcula que unos 13.000 hogares, 1.000 tiendas y negocios, 20 escuelas, un hospital y varios lugares de culto y centros comunitarios se beneficiarán de esta iniciativa.
El proyecto incluye ayudas para familias de ingresos bajos para que instalen sistemas de aislamiento térmico o paneles solares. Se pondrán en funcionamiento programas educativos para explicar a los vecinos cómo reducir el consumo energético o cómo utilizar contadores inteligentes.
Copenhague que será la ciudad anfitriona de La Cumbre Mundial sobre el Clima, sucesora de Kyoto, ha anunciado su objetivo de convertirse en la primera capital del planeta con “cero emisiones” de CO2 en 2025. El desarrollo de la energía eólica y el uso de los coches eléctricos y de hidrógeno son algunas de sus bazas.
Pero la ciudad portuaria de Frederikshavn –de sólo 25.000 habitantes- quiere conseguir, para el 2015, ser la primera urbe basada en energías renovables al 100%.
Suecia viene demostrando desde hace años su conciencia ecológica y varias de sus ciudades han asumido ambiciosos planes medioambientales. En VÄXJÖ –una localidad de 80.000 habitantes- se han propuesto, desde los años noventa, abandonar los combustibles fósiles para 2050. En la actualidad, gracias a la explotación de los bosques, el 57% de sus necesidades energéticas proviene de fuentes renovables. La ciudad de Växjö ha reducido sus emisiones de CO2 en un 25% en los últimos diez años.
La ciudad australiana de Adelaida aspira a lograr una “neutralidad de carbono” entre 2020 y 2025.
En la ciudad de Phoenix (Arizona) han anunciado su intención de ser la primera villa estadounidense “neutra de carbono”. Sus responsables invertirán mil millones de dólares para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en un 70%, en un plazo de tres o cuatro años.
La ciudad canadiense de Vancouver y el estado norteamericano de California han suscrito un acuerdo de colaboración para crear “zonas de desarrollo económico de bajo carbono”. Se incentivará el uso de tecnologías ecológicas para reducir las emisiones de CO2 y aumentar el número de trabajadores del sector “verde”.
La población barcelonesa de Sant Cugat del Vallés estudia la posibilidad de crear la primera comunidad residencial de España con un balance de cero de emisiones de CO2.
En Asia también se quieren sumar a estas iniciativas.
Parece que este gigante dormido de la inconsciencia colectiva comienza a despertarse y a darse cuenta de que ya no tenemos ningún tiempo que perder, que hay que salvar lo que nos queda y que, por el momento, tampoco tenemos otro planeta al que emigrar en el caso de que la vida se hiciera imposible aquí. Benditas sean todas las iniciativas que ya tendrían que haberse puesto en marcha hace años.
Hasta que no se conozcan las conclusiones de la Cumbre Mundial sobre el Clima, en estas páginas de “La tortuga de dos cabezas” nos limitaremos a buscar información sobre todo lo que se está desarrollando para que podamos luchar contra el cambio climático. Creo que todos tenemos la obligación de hacernos escuchar y de exigir que se ponga remedio sin más excusas: en este fuego está ardiendo nuestra supervivencia como especie y la de todos los seres vivos que nos acompañan y han hecho posible, a través de millones de años, el nacimiento de infinidad de culturas humanas y de civilizaciones en todos los lugares de la Tierra.
Y esto a quien corresponda. Señores, ¿para cuándo empezaremos con las principales ciudades españolas?
Franziska
Imágenes tomadas de Internet
Alcalá de Henares, 24 de octubre de 2009