La
descubro de pronto y cuando estaba pendiente de las gaviotas que formaban
pequeños grupos en la playa del Arenal.
Me llaman la atención su blancura, el deslumbrante pico alargado, de un
negro brillante y el ojo situado exactamente donde comienza el pico. Era mi primer encuentro. Su imagen me hizo recordar enseguida a las
cigüeñas pero era indudable que no lo era.
Sin
perder ni una décima de segundo, me dispuse a conservar su imagen mientras se
sostuviera al alcance del objetivo de mi cámara. En aquel momento no importaba
aclarar que ave era aquella que veía con las patas sumergidas y casi sin cambiar
de postura ni moverse del mismo sitio.
Consideré
que mi posición estaba muy alejada y con
gran lentitud traté de acercarme sin conseguir despistar a la garceta que
abandonó el agua, comenzó a caminar por la arena tratando de poner tierra por
medio entra ella y yo.
Es
curioso pero, como puede verse en las fotografías finales, su parte trasera es mucho menos armoniosa que
la delantera y abre mucho las patas cuando camina. Cuando emprendió el vuelo me falló el
enfoque, no pude disparar y perdí la foto más interesante porque hace un bonito
movimiento con las alas. Ocasión perdida y que no va a ser fácil que vuelva a
presentarse.
Estaba
sola y la información que tengo sobre las costumbres de estas aves es que
suelen estar en compañía de otras garzas.
¿Se había despistado en su ruta migratoria hacia África? De mi maniobra de acercamiento, está
claro, juzgó necesario alejarse pero
¿podría tener dañadas las alas? Nunca lo
sabré. No sé a dónde podía dirigirse y
quizás ni ella tampoco lo sabía con exactitud. Mis conjeturas no tienen ninguna
base.
Es
carnívora. Se alimenta de peces,
insectos acuáticos y ranas. La cría la realiza en colonias con otras
garzas, en árboles, matorrales arbustivos y carrizales. Los dos miembros de la pareja se encargan de
la construcción del nido: el macho aporta ramas y tallos y la hembra construye
el nido en forma de embudo. A veces, ocupan el nido de años anteriores, con
previas reformas.
Los
tres a cinco huevos de la puesta son incubados especialmente por la hembra
aunque el macho también participa durante los 21 a 25 días que dura la
incubación. Los pollos permanecen en el nido durante un mes y alcanzan la
madurez sexual con un año de vida. Las jóvenes garcetas optan por emigrar o
bien permanecer en zonas próximas a su lugar de nacimiento.
Alcalá de Henares, 29 de Noviembre de 2014
Texto e imágenes realizados por Franziska