El tercer aviso
Marianela se había levantado aquella mañana mucho más
temprano que de costumbre. Quería llegar
pronto al centro de la ciudad para realizar algunas compras. Iba a casarse dentro de pocos días y estaba
muy agitada por las responsabilidades a las que, en breve, tendría que
enfrentarse.
Se apeó del autobús en
Se sentía horrorizada
ante estas imágenes que eran como una llamada de atención a que, en cualquier
momento, podría producirse una mutilación de cualquier parte del cuerpo. Vinieron a su mente las pelucas y los ojos de
cristal y cada vez avanzaba con mayor aturdimiento hacia un gran almacén
próximo a
Las sensaciones
negativas se fueron desvaneciendo y empezó a fijar su atención en los
escaparates de moda femenina que ahora le salían al paso con profusión de imágenes, diseños y colores. Por fin llegó a la planta cuarta. Estuvo casi cuarenta y cinco minutos mirando
en todos los colgadores y consiguió seleccionar un par de trajes que le
gustaron.
Abrió la puerta, soltó
su bolso y colgó los trajes y empezó a desnudarse. De pronto, como una pesadilla, sus ojos
contemplaron con asombro, que en el espejo se reflejaba una pierna ortopédica.
Giró la cabeza, allí estaba a su izquierda: erecta, apoyada sobre la pared, con
sus correas y su oquedad escalofriante.
Por alguna causa que no comprendía, pensó que la pierna, de manera extraña, parecía mirarla, amenazarla y querer advertirla de un serio peligro. Aquel artilugio estaba allí por algún motivo y éste no podía ser otro que un vaticinio: si se casaba perdería su pierna derecha: eran ya dos avisos; primero, el tropezón y, por último este encuentro… Desechó con energía estas ideas, no obstante, se vistió atropelladamente y devolvió las prendas que pretendía comprar sin haberlas probado.
Salió apresuradamente
en busca de las escaleras mecánicas. Se
sentía angustiada y confundida. La
bufanda, desnivelada sobre sus hombros,
se escurría peligrosamente hasta que, cuando estaba llegando al final
del tramo, se deslizó sobre aquéllas y se enganchó con sus tacones, con tal mala
suerte que Marianela, se dio de bruces contra el pavimento. Cuando la ayudaron a levantarse del suelo,
tenía la rodilla de la pierna derecha muy hinchada y sentía un fortísimo
dolor. Era el tercer aviso.
Alcalá de Henares, 13
de julio de 2021
Texto e imágenes realizados por Franziska
7 comentarios:
Olá, querida amiga Franziska!
Como a amiga escreve bem com muita profundidade.
O caminhar de Manuela era cheio de imaginações e pensamentos que lhe deixavam pensativa.
Quando saio a caminhar, passo por um mundo de sensações também.
Cada coisa que se vê nos remete a algo do nosso subconsciente, muitas vezes.
Como no sonho...
Tenha dias abençoados!
Beijinhos carinhosos e fraternos de paz e bem
Buen relato, me ha gustado. Besos.
Bien se puede decir aquello de que las armas las carga el diablo.
Saludos.
Que conto, quanta imaginação, Franziska!
O último episodio, da perna, eu teria saído correndo...Não iria arriscar mais nada!
Bom conto, amiga, fui lendo com curiosidade do começo ao fim.
Pobre Manuela...
Uma boa semana pra você, Franziska, com muita saúde.
Beijinho
Mind blowing post
Qué cuento más bueno, tiene mucha tensión... Me ha encantado. El final queda abierto... ¿Acabará llevando la pierna ortopédica? Todo indica que sí, pero igual la mujer tiene un problema de autosugestión que acaba provocando sus fatalidades.
Un abrazote :)
Um conto e tanto, Franziska! Prende a atenção do início ao fim.
Ah, os avisos e pressentimentos, o sexto sentido feminino. Sinceramente, se fosse eu, nem esperaria os três avisos, no segundo, daria as costas, e "pernas pra que as tenho!". Nada de dar chances para o azar!
Bjs
Marli
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