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viernes, 20 de febrero de 2009

Del negro al azul




Todo sucedió justo cuanto estaba más decidida a quitarme la vida. Recuerdo que estuve sentada en la arena de la playa. Vestida. Sólo me había descalzado. Estuve llorando mucho tiempo o el tiempo del dolor se hace muy largo. La idea de avanzar mar adentro, para acabar con tanta desesperación, cada vez cobraba en mí una mayor intensidad. Nada más que un pensamiento ocupaba mi mente. ¡No te quiere voceaba el viento, no te quiere repetían las olas que llegaban a la orilla! Voces enredadas en una monotonía machacona e insistente me golpeaban sin piedad.
Alguien del grupo me grito:
--¡Vamos. Te estamos esperando…El autobús tiene que salir!
Mi tristeza era tan evidente que, sin que yo cayera en la cuenta, tenía a todo el mundo pendiente de mí. Seguramente fue este motivo el que impulsó a Urzanki, un compañero de la delegación de Bilbao, un hombre con edad casi de ser mi padre, a no dejarme sola.
Pero esto no sucedió hasta que no llegamos al restaurante de Lisboa a celebrar una comida colectiva de todas las delegaciones. Me dejaba llevar como el reo que se dirige al patíbulo, sin embargo, en la comida estuve con el señor Urzanki y sus jóvenes compañeros. Consiguieron hacerme reír con sus chistes de bilbaínos. Los conductores de la caravana de autobuses: eran ocho, se estuvieron haciendo fotografías conmigo y gastándole bromas al que guiaba el autobús en el que yo viajaba. Este patito feo, de pronto, se convirtió en cisne. ¡La reina de los conductores de autobús! ¡La niña mimada de la delegación de Bilbao!

Aunque él estaba sentado no muy lejos de mí, yo no parecía existir para él. Es significativo recordarlo porque ni una sola vez me dirigió la palabra. Su presencia para mí en aquellos momentos de la comida que, como todos estos ágapes, duró horas, era como si hubiera ido a parar al fondo de un saco. De pronto, era una niña feliz con la presencia de ese padre regalado y que hacía gala de un ingenio y simpatía extraordinarios. Hasta que no terminamos no se acercó él a saludarme. Me dejó sorprendida. Tratándose de él se podía contar siempre con lo más inesperado. Los servicios estaban abarrotados, el señor Urzanki me ofreció que pasara al baño de su habitación. Entonces intervino él.
-Mejor en la mía, está en la planta segunda. Ahora mismo la acompañamos todos.
Así fue como, escoltada por cinco caballeros, llegué delante de la 234 del Gran Hotel Lisboa. Los sentimientos de ternura me invadían al pensar que estaba utilizando su mismo jabón y la toalla con la que él se secaría después. También dediqué un tiempo a acariciar los objetos de la habitación. ¡Cuánto significaba para mí todo lo suyo! Entre desear la muerte y estar completamente reconciliada con la vida, habían transcurrido sólo seis horas. El simple detalle de que se preocupase por mí me colmaba, en esos momentos, de felicidad. Al salir me dijo que había estado en Estoril esa mañana y que había ido dos veces al hotel a preguntar por mí. Pero yo tenía que regresar. Tuvimos que decirnos adiós
Los compañeros de autobús éramos un grupo de jóvenes entre los que estábamos únicamente seis mujeres y el resto eran muchachos de diferentes delegaciones. Recuerdo que, aquel día, después de la cena, salimos todos a dar una vuelta. Nunca he vuelto a sentir más ganas de bailar y de ir de fiesta que sentí aquella noche. Ante mi sorpresa, los chicos bostezaban. Dijeron que se sentían cansados y, además, al día siguiente teníamos el viaje de retorno.
Me quedé sola sentada en el jardín delantero del hotel. Ni tenía sueño ni me apetecía encerrarme en la habitación. Las luces de las ventanas tardaron poco en irse apagando. Nada se movía en el entorno. Una gran farola iluminaba la zona en la que yo estaba. Silencio y quietud. Se oía el canto de las chicharras. Al principio me movía con pasos lentos y acompasados con una música que sólo yo escuchaba; después, empecé a moverme con más energía y recorrí toda la zona de gravilla que rodeaba un pequeño estanque. Estaba bailando con él a la luz de la luna. Fue increíble. Él me sonreía y me miraba a los ojos. El baile y mi idilio se vieron sorprendidos porque uno de mis compañeros estaba en la ventana y llamaba, a voces, a otro para que viniera a verme bailar. Salí corriendo y no paré hasta verme dentro de la habitación. No importaba. Nada podía romper mi felicidad de aquel momento.

Atrás había quedado mi rostro triste. Resplandecía como si acabaran de darme brillo con polvo de estrellas. Ahora no me cabe la menor duda, mi semblante era alegre y acogedor. Por eso la actitud de mis compañeros cambió a la mañana siguiente. En pocas horas mi estado de ánimo había pasado del negro al azul más luminoso. La esperanza –esa absurda compañera de mi vida- volvía a reinar en mi corazón.

Cuando mi amiga Sara me preguntó que había pasado tuve que responder que nada había cambiado. Nada de lo esperado había pasado, nada. Él viajaba en otro autobús. Se alojó en Lisboa. A mí me tocó ir a Estoril.



Alcalá de Henares, 17 de febrero de 2009
Texto e imágenes realidos por Franziska

21 comentarios:

Abuela Ciber dijo...

Y pensar que la vida puede sen tan bella!!!

Que dolor por las personas que intentan contra si.
.........

Que tengas un precioso fin de semana con tus seres queridos.

Cariños

Abuela Ciber dijo...

Gracias por tu visita.

Sera un placer reencontrarnos luego de un lapso de tiempo.

Cariños y nos veremos!!!!

Gwynette dijo...

Serán los cambios de humor de una adolescente?, pesar de la negrura más espesa a la alegría son sólo unos pocos pasos,si es ya no nos acordamos...pero que complicado és, ser tan joven !!! :)

Está muy bien escrito Franciska, me ha llegado muy dentro tu niña :)

Besitos

Petri dijo...

Yo me he sentido así muchas veces, pasando del negro al azul en unas horas... como funciona nuestro cerebro es lo extraordinario.

Una senderista. dijo...

Cuando he leído tu post, me he identificado con muchos de tus pasajes, ahora me encuentro en ese momento tan malo, cambio mis pensamientos rápidos, en cuento me doy cuenta de que no me lleva a ningún sitio pensar en esa persona para la que no significo nada.
No debo dejarme arrastrar por esos pensamientos negativos, no debo

Anónimo dijo...

La vida es hermosa, pero a veces sin saber porque nos sentimos con esa ansia de que todo termine. Sin embargo a menudo (por suerte) aparece sin más esa persona, que con su sonrisa, su conversación, con su estar ahí simplemente, nos da todo aquello que creíamos no existía y nos sentimos princesas de nuestra vida. Es una sensación extraña pero que sin darnos ni cuenta nos hace ver la hermosura de vivir.

Besos!!!!

Que tengas un lindo fin de semana.

Anónimo dijo...

Hola Franziska y amig@s blogueros.

Bonito cuento.

Siempre tengo tendencia a pensar que son, de alguna forma, autobiográficos.

Si asi fuera y dado que estamos entre amigos y sucedió hace tiempo,
¿por qué no nos dices a que empresa con delegación en Bilbao te refieres y quién era el señor Urzanki?

Perdona la intromisión, si resulta inadecuada, ineducada o improcedente.

Un cordial saludo.

Franziska dijo...

Ernesto, no suelo emplear este espacio para responderos, sin embargo, hoy haré una excepción.

Es simplemente un cuento rosa. Y lo es porque habla de una mujer enamorada y no se produce ningún final trágico. Planteo en él una situación que no debe ser tan infrecuente. No es sorprendente que, cuando dependemos de alguien y además ese alguien es la persona que amamos, las expectativas frustradas y sostenidas pueden ser demasiado dolorosas de soportar.
Comprobar que no somos un patito feo tiene una importancia enorme para una mujer. Descubrir que él está interesado,aunque no quiera ponerlo en evidencia, da un giro a la situación. Es una conjunción de hechos: lo cambia todo sin que haya cambiado nada. Son menos de 24horas en la vida de una persona.

Seguiré usando este espacio para publicar más cuentos. Algunos ya están hechos. Los temas casi siempre narrados en primera persona. No son personales. Los protagonistas también entran en mis cuentos. El mayor problema que tengo es que los textos son largos para un blog y tengo que reducirlos.

Quiero que sepas que considero una atención tu curiosidad y agradezco el interés que muestras. Gracias.

Anónimo dijo...

Menos mal que no llegaste a ser como Alfonsina...
Un abrazo

almena dijo...

Franciska, ¡es magnífico!
Me ha encantado la historia, el ritmo del relato, su capacidad para transmitir tanto en tan pocas líneas...
Te felicito sinceramente.

Un beso!

Ana. dijo...

Si eres zurda de las dos manos, estoy segura que para las teclas usas las dos indistintamente... qué facilidad para contar cosas! En pocas líneas consigues que al lector se le encoja el estómago, se identifique, se sonría...

†۩† ЯєηāčієηÐø Ðε ЦŁ┼я∆тنMßā †۩† dijo...

hola gracias por opinar en el blog
ya se como se llega al corazon de una persona ojo no te dejes llevar por la primer impresion...soy humana despues de todo
saludos y adios
ilegitimas blog

†۩† ЯєηāčієηÐø Ðε ЦŁ┼я∆тنMßā †۩† dijo...

yo creo q para q lod hombres entiendan debes pegarles con un martillito
jajajajajaja

Josefa dijo...

Me identifico con la lectura de este cuento. A veces estoy tan triste que me da miedo, pero entonces una luz en mi pensamiento me hace ver lo que tengo y las personas que me quieren, y como la protagonista del cuento me siento feliz y le doy gracias a Dios por acerme ver a pesar de las ausencias.
Lo afortunada que soy.

Kety dijo...

Franziska, como la vida misma. No necesariamente autobiográfico. Ahí esta la magia de el escritor.
Un relato precioso, muy bien hilado.

Un abrazo

TARANTULA dijo...

!Como me gusta el sabor de lo autentico que le pones a los cuentos!
!Quiza! esten hechos para pensar!
la vida es un regalo hay que aprovecharlo...a veces que nos dediquen algo de una tierna atención siempre puede cambiar la manera de mirarse "uno mismo"

un abrazo desde mi mirada.....

beso

Rodolfo Serrano dijo...

Sea un cuento o realidad, no importa. Es una historia hermosa y real.Un beso

ItoCuaz dijo...

Me recordaste tanto a una chica alemana que fue la guía de turistas en nuestra excursión en Munich. Lo triste es que nunca me decidí a hablarle. Apenas y nos miramos a través del espejo por unos cuantos, pocos, casi nada, segundos.

Un abrazo

Zafferano dijo...

Ay el amor...! Qué disgustos trae a veces... Pero una cosa te digo: ¡antes muerta que suicidada!

Un besote enorme!

CANTO EN FLOR dijo...

Puede ser un cuento rosa...
pero me creerías si te dijera que me ví reflejada en él?
Ya te escribiré la historia y te la enviaré a tu mail.
Del negro al azul, en morado y azul... en los tonos que lo pintes, el amor y la esperanza están siempre en nuestras vidas.
Y aunque parezca un cuento, es parte de la propia vida, aunque sea un cuento en rosa.
Todo mi cariño para tí!

Campanita de BarZaires dijo...

Franciska, es un cuento precioso, me he quedado leyendo sin perderme una línea y lo que siento es haber tardado tantos días sin haberlo visto ¿este es el que surgió de una foto?, me parece precioso, estar enamorad@ son muchas cosas, comprendo perfectamente ese sentimiento, acariciar los objetos y todas las sensaciones que describes, y es que pasamos del azul al negro o del negro al azul, y nos salta el brillito en los ojos con sólo un mensaje, una llamada, o se nos encoge el corazón cuando eso no sucede.
Ha sido, es un cuento maravilloso, y las fotos, siempre pienso en tus hijos que supieron hacerte el mejor regalo, porque esa máquina ha ido a parar a muy buenas manos.
Un millón de besos.