Aquel día la abuelita de Paurcabamba se sentía enferma y es por este
motivo que no podía acudir al mercado semanal de Chordeleg, distante a dos millas
de su aldea. Sin embargo, era
completamente imprescindible para el sustento de la familia la venta de la
leche. El cántaro estaba preparado,
desde hacía una hora, delante de la
puerta del corralillo.
--Gacelilla, mi niña, eres la
mayor. Tendrás que ir tú. Conoces bien el camino. Párate a descansar pero no pierdas de vista
el cántaro. Al acabar, vete a la botica
y pide un remedio para Clodomiro que sabes que lleva varios días con la tripa
suelta y de nada le vale comer mis sopas de arroz. Guarda el dinero en la faltriquera y no se lo
enseñes a nadie. No hagas sola el camino
de regreso.
La abuela decía que Bamba –como todos la llamaban para abreviar- tenía
los ojos más azules que las turquesas de tanto mirar al cielo y podría ser
verdad porque los pensamientos de la niña siempre volaban muy alto: tan alto
como lejos de la realidad y por eso tenía fama de distraída.
Salió con su cantarito apoyado en la cabeza al modo en que lo
transportaban las antiguas mujeres cañaris y, para que el camino no le
resultara tan largo, en cuanto dejó atrás la última casa de la aldea, comenzó a
cantar. Su voz tan clara y
armoniosa cautivaba incluso al altivo
cóndor que volaba haciendo círculos para
oírla y sorprendía por su belleza y sentimiento a cuantos la escuchaban. El
camino serpenteaba próximo al río Gualaceo cuyas aguas cantarinas parecían
corear los estribillos de las antiguas melodías incaicas que Bamba entonaba. Ella aseguraba que oía la voz del agua cuando
cantaba.
Mamita, cuántas ganas tengo de verte –pensaba- al tiempo que ponía
gran cuidado en no pisar las piedrecillas sueltas para no resbalar.
En la lejanía, divisó a alguien que avanzaba hacia ella. Se paró para poder fijarse mejor. Era extraño que alguien se dirigiera hacia el
pueblo a aquellas horas pues ya estaría todo el mundo en el mercado. De pronto, su corazón se aceleró con tal
fuerza que le pareció que se le iba a escapar del pecho. La reconocía en su forma de moverse. Entonces Bamba loca de alegría, depositó con
cuidado su cantarillo al amparo de un matojo de hierbas y le encomendó al
Gualaceo que cuidara de él. Salió corriendo
con el deseo profundo de ser capaz de volar para llegar antes pero, ante su
total desconcierto, su madre había desaparecido. ¿Dónde podría estar? Aquel lugar era completamente llano y sin
arbolado. No obstante, siguió corriendo
desesperada llamándola a gritos:
--¡Madre, madre, no te
vayas! ¡Vuelve…
Nadie respondía. Retrocedió en
busca de su cántaro. No podía entender
qué había pasado y se sentía tan triste que su frágil cuerpecillo se convulsionó
por los sollozos.
¡Mamita de mi alma! Vuelve,
quiero verte aunque sólo sea de lejos. Y
estaba sumida en su mayor angustia cuando se le ocurrió mirar al cielo y pensó
que ella había volado hasta allí porque no era posible que estuviera en otra
parte. Deseó conocer el lenguaje de los
pájaros que, sin duda, sabrían hacía dónde
se habría dirigido. Entonces cantó
poniendo toda la fuerza de su voz, como un grito intenso y desgarrado, brotaron
de sus labios las siguientes estrofas:
Cóndor, pájaro altivo,
que tan alto habitas
que
tienes tu nido
cerca del Dios indio.
Tú que ves las cumbres más altas:
sabrás dónde ha ido.
Llévale mi oración,
pídele que vuelva.
Acompañaba esta queja
el viento con un silbo agudo
y la voz del agua, cantaba a dúo.
Continuaba su caminar pues el afán de llegar con tiempo al mercado, le hacía olvidar el cansancio y ponía alas en
sus graciosos pies.
Pronto empezó a divisar las torres de la iglesia de Chordeleg y
enseguida llegó hasta sus oídos el sonido de la flauta andina; el rumor de las
gentes que platicaban y ofrecían su mercancía; de la chiquillería que gritaba;
el mugido de los animales. También
empezó a percibir el fragante aroma de
las especias. El olor de las frutas en sazón. Toda esa algarabía que le era tan familiar.
Por fin llegaba a la plaza mayor del pueblo donde los orfebres trabajaban
elaborando sus filigranas de oro y plata a la vista de las gentes que acudían
al mercado. Mientras saludaba a todos
los vecinos, éstos le preguntaban por su abuela hasta que llegó a la explanada
donde se situaba siempre para ofrecer sus vasos de leche de cabra. Terminó su jornada y había conseguido vender
toda la leche. Se sentía contenta: en su
faltriquera había suficientes moneditas
de plata y cobre para que se oyese su gracioso tintineo.
Sintió hambre y compró una torta de anisillos que comió con buen
apetito. La señora Guadalupe, le regaló
una guayaba madura que tomó como postre.
Después, se dirigió a la botica y allí cumplió el encargo de su
abuela. La boticaria no le cobró las
medicinas.
Como hacía siempre, desde que su madre se embarcó rumbo a Guayaquil
para tomar el avión que la conduciría a España, se pasó por la oficina de
correos a preguntar si tenía alguna carta.
--Hay una para tu abuela pero, además, también hay un giro telegráfico
que tendrá que venir ella a recoger.
Había llegado la primera carta de su
madre. Bamba la apretaba contra su
corazón. Era como tenerla un
poquito. Ella había pasado sus manos por
aquellas líneas que Bamba no entendía pero que sabía contenían las palabras de
su madre.
El retorno a casa se hizo corto y festivo. El camino en compañía de las gentes de su
aldea estaba lleno de cantos alegres y de risas compartidas. Bamba
enseñaba a las vecinas el sobre y
todos querían saber qué diría. Su abuela
era la única que sabía leer en la aldea.
Por este motivo, la acompañaron para que les leyese la carta.
Cuando la abuela vio llegar a Bamba seguida por sus vecinos, se
asustó. ¡Dios mío! ¿Qué habrá pasado? Pero pronto se tranquilizó viendo que Bamba
la llamaba a voces con un semblante en el que se reflejaba la gran alegría que
sentía en ese momento.
La abuela salió a recibir a sus paisanos. A todos saludó con afecto. Abrazó a su nieta y tomando la carta que
Bamba le entregó, rasgó el sobre con emoción y empezó a deletrear:
En Soria a 1 de Diciembre de 2006.
“Querida madre, queridos hijos, confío en que Dios no haya permitido
que ninguno de vosotros esté enfermo, antes bien espero que tengáis una perfecta salud. Estoy trabajando mucho pero me siento muy
contenta porque ya he pagado los gastos de mi viaje. Hasta hoy no he podido
mandar ningún dinero pero, a partir de ahora, os haré un envío todos los
meses. Por aquí hace mucho frío sin
embargo, dentro de las casas se está muy bien y no se nota el mal tiempo. En todas las viviendas hay máquinas que lavan
la ropa y un gran armario para guardar la comida que se llama frigorífico. Además, hay luz eléctrica y agua como ocurre
en Guayaquil aunque este es un pueblo de muy pocos habitantes que se llama
Rebollo de Duero donde sólo viven ya personas de mucha edad. Tres días por semana, trabajo en Soria que es
muy lindo.
La señora de la casa donde trabajo, me ha regalado un décimo de
lotería para Navidad: es el número 20297
que Dios quiera nos saque de la pobreza.
Madre si me tocara, daría todo el dinero que fuera necesario para que los
niños de nuestro pueblo pudieran tener una escuela.
Dime cómo se porta Bamba.
Espero que te obedezca y te ayude en todo lo que pueda. Es mi mayor ilusión que se eduque. Es una pena que se desperdicie el talento que
tiene para el canto, dedicando su vida al cuidado de los animales como única
posibilidad de ganarse el pan.
Les voy a mandar una radio para que puedan enterarse de las noticias. Funciona con pilas…
Y seguía extendiéndose con mil detalles y recuerdos para sus vecinos;
y para sus hijos, todo se volvían recomendaciones.
Alcalá de Henares, 5 de agosto de 2021
Texto del cuento e imágenes realizadas por Franziska. Opté por insertar imágenes un tanto surrealistas porque nunca recurro a las posibilidades que ofrece Internet. Este cuento nació de una noticia: una trabajadora ecuatoriana había recibido, en un pueblo de Soria, el regalo de un décimo de la lotería de Navidad y que resultó ser el premio "gordo".
7 comentarios:
Precioso el cuento, me ha encantado Franziska. Muchos besos.
¡Pues qué bueno es que le haya tocado en la realidad a su protagonista!
Has descrito con todo detalle el antes del acontecimiento, metiéndonos en el ambiente de pobreza de su país, y la bella añoranza de la niña. Y lo has hecho muy bien; con ternura y sinceridad.
Quería decirte que descansaré un tiempo de mi blog principal, lo necesito.
Un abrazo grande, cuídate mucho :)
Me ha gustado mucho este cuento, con el dinero de un decimo premiado en España se pude hacer poco pero allí seguro que bastante mas.
Las imágenes son preciosas.
Saludos.
Bello relato me gusto mucho. Te mando un beso
Enamorada de las letras
Mind blowing post
Estinada Franzisca.
Lo primero que me ha llamado la atención has sido tus cuadros abstractos. Me parecen ideales para decorar los pasillos de una pasa. La sala del Ordenador o un despacho de casa.
El cuento me ha encando. Son muy buenos todos los cuantos que nos escribes.
Me pasaría la noche leyendote.
Un abrazo de buenas noches.
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