La verdad es que el recorrido hasta mi casa era una carrera de obstáculos pues tenía que cambiarme de acera veinticinco veces y dar mil vueltas caminando por calles que antes jamás había pisado pero cuando llegué al portal me sentí a salvo. Por fin, había pasado mi primer día sin comprar comida. Mis compañeros empezaron a extrañarse de no verme con paquetes y yo tuve que decirles que, al fin, había puesto en práctica una terapia que iba a ser eficaz.
Un día, con el rostro desencajado, caminaba contando mis pasos pero no sé cómo fue, debí equivocarme y me encontré de pronto en la tienda de Antonio, el salchichero. Se sorprendió al verme pero se puso muy contento: -¡Caramba, señorita!… ¿Le ha pasado algo? Llevo unos días sin verla. Dando un alarido dije: ¡No me ha pasado nada es que no quiero comer más salchichón, ni salchichas, ni jamón, ni queso, ni pepinillos en vinagre! ¿Te has enterado? Cuando me veas, ni me saludes y si vuelvo a pisar tu tienda, te agradeceré que me eches a la calle y si no lo hago y quiero comprar, llamas a la policía y dices que tienes aquí a una loca de atar. Y dicho esto y sin esperar respuesta salí dando un sonoro portazo y dejando al pobre salchichero confuso y llevándose las manos a la cabeza.
Cuando puse mis pies nuevamente en la calle, empecé a llorar desconsoladamente. Estaba loca. No tenía la menor duda. Ante mis sollozos, los viandantes se alejaron de mí todo lo que pudieron y yo lo prefería porque no quería que nadie me preguntara qué me pasaba. Se me acercó un agente de la policía municipal muy amable que me escuchó con atención y aunque de mis explicaciones en las que se mezclaban con mis sollozos, las galletas, los quesos caducados, con mis zancadas, el croquis, la sicóloga, mis libros y zapatos, mi jefe y compañeros y ¡hasta el gato de mi vecina!, no había manera de entender nada, me manifestó que se hacía cargo de todo, me rogó que me tranquilizara e incluso me dijo que, si yo quería, me podía acompañar a urgencias para que me viera algún médico a ver si me podía ayudar.
El policía era un muchacho atractivo y muy persuasivo y casi estaba a punto de decirle que sí y a darle las gracias por su sugerencia cuando sentí dentro de mí como una pantera rugiente y me abalancé sobre el primer mozalbete que pasó por nuestro lado comiéndose una rosca rellena de crema y se la arrebaté diciendo:
¡¡¡¡-Trae acá, no tienes derecho a comer de ese modo mientras yo me muero de hambre!!!!
Excuso decir la que allí se armó. Acabé en el psiquiátrico, atada con una camisa de fuerza, y de este modo –a pesar de mi lucha por evitarlo- caí en manos de un siquiatra al que no parecía afectarle que si no acudía a mi trabajo al día siguiente, me quedaría en el paro.
Allí me tuvieron quince días y al despedirme me sorprendí a mi misma dándole las gracias al doctor Lendreras del Rosal. ¡Llevaba todo ese tiempo sin comprar! Al fin, lo comprendí: mi solución estaba allí y en aquel lugar debía permanecer hasta que me olvidara que existen sitios donde se vende comida.
Salí por la puerta sonriendo y
feliz. Ahora sólo me restaba idear un
plan para que me volvieran a ingresar.
Está visto que hasta las cosas más difíciles se pueden arreglar.
Alcalá de Henares, 1 de octubre de 2021
Juego
de la palabra dada
Palabra:
“pulsión” Dadora: Sonia
Cuento realizado por franziska en el año 2002 y publicado en el Juego de la palabra dada-segundo.
l
12 comentarios:
Si que parece que esta algo loca la buena señora que tan pronto no quiere comer como arrebata la comida al primero que pasa a su lado.
Saludos.
Qué bueno... Abstinencia total. Eso no falla.
Me ha encantado todo el relato, no te suelta desde el comienzo. Además, le das ese toque psicológico, penetrante... mezclado con gran realismo, tanto que parece sacado de la misma vida.
¡Enhorabuena!
Un abrazo gigante (he vuelto al blog, aunque estoy que vengo y me voy... enseguida. Necesito tiempo...)
Aunque nadie quiere admitirlo, yo te voy a ser sincero, diciéndote que soy de los que se divierten con las desgracias ajenas; y hoy he disfrutado de lo lindo con tus dos artículos, sobre todo por tu amena narrativa y por tus ingeniosas ocurrencias.
Un placer leerte, Franziska.
Un abrazo.
Muy interesante relato. Creo que me quedo por aqui. Saludos
Me encantó tu relato, muy bueno, por lo que pude entender, te dieron una palabra y tuviste que hacer una historia. Muy buena idea.
Te invito a que pases por nuestro blog, será un honor que nos leas.
https://somosartesanosdelapalabra.blogspot.com/
Cariños
Genial relato, ha sido un placer leerte. Buenas noches
Jajaja... das vuelta las cosas de manera insólita. Me encantó. Un abrazo grandote
Qué fotos estupendas. Te felicito por todo
¡ El relato es muy bueno ! Besos.
De hecho, me dijeron lo contrario, que el herpes no se puede tratar y que no hay forma de que desaparezca una vez que lo tienes. así que comencé mi propia investigación y descubrí que es posible combatirlo. Obtuve mucha información sobre el Dr. Ohikhobo aquí en línea que él podría curar el herpes, así que lo contacté a través de
su correo electrónico: drohikhoboherbalcenter@gmail.com. Después de recibir el remedio que me envió, solo me tomó dos semanas tomar el remedio y me curé por completo del herpes. Para mí, no hay ninguna enfermedad que el Dr. Ohikhobo no pueda curar. También cura el VPH y todo tipo de numerosas enfermedades. contáctelo hoy para su propia cura también. Su correo electrónico: drohikhoboherbalcenter@gmail.com
Su WhatsApp + 1-740-231-2427
Esta parte da história tem consequências dramáticas.
As atitudes da protagonista não podiam ter outro desfecho.
Como em tudo na vida, o equilíbrio é fundamental.
Abraço amigo.
Juvenal Nunes
Apreciable Franziska.
La verdad que para mi si que es un placer volver a leerte.
Las historias que nos dejas me ha hecho reír. Es de humor. Precisamente lo que ahora se necesita.
La fruta es sanisima y vivimos con una alimentación bastante descontrolada. Que hasta la fruta la dejamos volar y todo.
Yo, la verdad que me pasa lo mismo que a la señorita. Los salchicheros no es lo mío, por eso no quiero comer más salchichón, ni salchichas, ni jamón, ni queso...
La alimentación procesada por un tubo, mal vida nos dará, a la corta o a la larga.
Yo cocino en casa y no contemplo comidas envasadas.
Un abrazo y buena semana, amiga.
Publicar un comentario